El amigo que nunca olvidaré - marinero robert terry


El amigo que nunca olvidaré - marinero robert terry

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Courtesía Richard Thelen Robert Terry, primero desde la derecha, durante un permiso en tierra con su amigo Richard Thelen, segundo desde la derecha. SEGUNDA GUERRA MUNDIAL, 1946 MARINERO


ROBERT TERRY  POR MARINERO RICHARD THELEN In English_ | Richard Thelen y su amigo, Robert Terry, eran marineros en el USS Indianapolis cuando fue atacado con un torpedo por un submarino


japonés en el mar de las Filipinas y se hundió. De la tripulación de 1,196, unos 300 fallecieron de inmediato. De los casi 900 que sobrevivieron al naufragio, casi 600 murieron durante los


próximos cuatro días, ahogados, por deshidratación y por ataques de tiburones. Las operaciones de rescate se organizaron demasiado tarde para salvar a la mayoría de ellos._ ¿TE GUSTA LO QUE


ESTÁS LEYENDO? RECIBE CONTENIDO SIMILAR DIRECTO A TU EMAIL. Bob Terry estaba al lado mío durante la primera pasada de lista en el campamento de entrenamiento de la Armada en 1945 —él era


T-E, para Terry; yo era T-H—. Él también tenía 18 años y ambos éramos de la región central de Estados Unidos. Luego nos asignaron juntos al _Indianapolis_. Jugábamos cartas, comíamos y


salíamos juntos a beber. Nos volvimos muy buenos amigos. Y nos prometimos mutuamente que si uno de nosotros no sobrevivía, el otro iría a hablar con la familia. Cuando el primer torpedo


golpeó después de medianoche, yo estaba durmiendo en cubierta —hacía demasiado calor en los camarotes—. La explosión me lanzó al aire. Por suerte, caí sobre un cable, o hubiera sido lanzado


al agua sin chaleco salvavidas. El barco se inclinaba mucho y el alcázar se estaba incendiando. Había muchos gritos y explosiones. Luego el barco simplemente se hundió debajo de nosotros.


Estaba oscuro y de repente silencioso, aunque podías oír a hombres gritando mientras todos buscábamos balsas o botes salvavidas. Floté con un chaleco salvavidas durante los próximos cuatro


días; sin comida ni agua, y a temperaturas de cien grados. No había suficientes balsas. Luego al segundo día, Terry me vio. No sé cómo me reconoció —como muchos, yo estaba totalmente


cubierto de diésel negro, con el cabello enmarañado y aplastado—. Cortesía: Archivo Nacional El USS Indianapolis. Me alegró verlo. Intentamos enganchar juntos nuestros chalecos para no


alejarnos flotando, pero no funcionó porque las olas separaron los chalecos. Así que intentamos seguir flotando uno cerca al otro; otros dos muchachos, Terry y yo. Los días fueron largos: te


desmayas, luego recobras el conocimiento y después te desmayas de nuevo. Nos moríamos lentamente. Nos despertábamos menos, el sol azotaba, y todavía sin comida ni agua. Sentí que unos


tiburones chocaban contra mí, y una o dos veces vi a uno muy de cerca, tal vez a 16 pulgadas de distancia. Pero el diésel me cubría; pienso que no les gustaba el olor. Al cuarto día, vimos


una balsa —unos aviones habían lanzado unas cuantas— y decidimos tratar de nadar hacia allí. Dos de los compañeros murieron por el esfuerzo. En el estado en que nos encontrábamos, creo que


el corazón se les agotó. Luego Terry comenzó a nadar hacia la balsa. Y mientras yo miraba, vi que un tiburón lo atrapaba, a solo 20 o 30 pies de distancia. Yo estaba casi ido, tan cerca a la


muerte; perdía y recobraba el conocimiento. Pero pensé: se terminó. Después, de alguna manera llegué hasta la balsa, y había cuatro muchachos en ella. Yo estaba demasiado débil para


subirme, así que me amarré a la balsa. Esa noche nos rescataron, poco después de la medianoche. Dijeron que casi todos los sobrevivientes fueron quienes tenían chalecos y se mantuvieron más


que nada sumergidos. Seis meses después de que salí del hospital, fui a ver a la madre de Terry y le conté nuestra historia. Soy afortunado, pero pienso en Terry todo el tiempo, hasta 73


años después. SIGUIENTE: “EL AMIGO QUE NUNCA OLVIDARÉ” SARGENTO JACK DELOACH