Plan para reducir los precios de medicamentos recetados


Plan para reducir los precios de medicamentos recetados

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Por años, incluso décadas, todos —de pacientes a presidentes— se han quejado de la espiral de precios de los medicamentos recetados. Sin embargo, poco se ha hecho para que cambie eso. Tal


vez ha llegado el momento. En mayo del 2017, AARP Bulletin publicó un amplio informe sobre por qué los medicamentos cuestan tanto. Aunque el sistema de salud de Estados Unidos es


increíblemente complejo, la respuesta se reduce a algo simple: en un mundo de leyes de patentes fuertes y regulación de precios limitada, las compañías farmacéuticas con fines de lucro


tienen un poder extraordinario de cobrar lo que quieren por los medicamentos que ofrecen. Poco ha cambiado. Los precios de los medicamentos siguen subiendo mucho más rápido que la tasa de


inflación. Según el Instituto de Política Pública de AARP (en inglés), el costo promedio anual de un medicamento de marca se triplicado en la última década, de $1,868 en el 2006 a $6,798 en


el 2017, Los adultos mayores ahora toman un promedio de 4.5 medicamentos cada mes, lo cual puede sumar un costo total de más de $30,000 al año por medicamentos de marca. Lo que es diferente


es que los precios están tan fuera de control que demócratas y republicanos han encontrado algo en lo que están de acuerdo. Esto hace que los defensores de los consumidores tengan la


esperanza de que pronto se haga algo al respecto. En el Congreso se han presentado varios proyectos de ley bipartidistas para atacar el problema. Y el mes de mayo pasado, la Administración


Trump dio a conocer un plan para hacer frente a los altos precios de los medicamentos que contiene muchas estrategias de sentido común respaldadas por AARP. AARP/Bureau of Labor Statistics


La solución no será simple. "Debido a que nuestro sistema de salud está muy fragmentado, no existe una solución milagrosa para este problema", explica Leigh Purvis, directora de


Investigación de Servicios de Salud del Instituto de Política Pública de AARP. Pero AARP cree que una combinación de tácticas puede controlar los precios de los medicamentos. Esto incluye


dar al Gobierno federal la capacidad de negociar al comprar medicamentos, legalizar la importación segura de medicamentos que se venden a precios más bajos en otros países y limitar los


costos de bolsillo de los pacientes. Un enfoque final es cambiar las reglamentaciones del sistema de patentes que permiten que los fabricantes de productos farmacéuticos de marca congelen la


competencia de las alternativas genéricas que podrían reducir los precios. "Las compañías farmacéuticas son increíblemente innovadoras para hallar formas de fortalecer sus


monopolios", dice Purvis. Para ayudar en la lucha por reducir los costos de los medicamentos recetados, AARP ha lanzado la campaña Basta con medicamentos costosos, una iniciativa de


alcance nacional para persuadir a los legisladores federales y estatales a tomar medidas sobre el tema. La campaña incluye esfuerzos de cabildeo, programas de información al consumidor y la


publicación de nuevas investigaciones sobre los precios de los medicamentos. Sigue leyendo para aprender más acerca de los diferentes factores detrás de los altos precios de los medicamentos


y lo que se puede hacer al respecto. EL PROBLEMA: POCO PODER DE NEGOCIACIÓN Una de las razones por las que Estados Unidos tiene los costos de medicamentos recetados más altos del mundo es


que somos la única nación industrializada cuyo Gobierno no negocia los precios con los fabricantes de medicamentos. La ley del 2003 que creó la cobertura de medicamentos para pacientes


ambulatorios bajo la Parte D de Medicare tiene algo de culpa. Medicare —que incluye tanto la Parte D como la Parte B (administrada por el proveedor) de medicamentos recetados— representa el


30% del gasto de medicamentos en los planes de la Parte D de Medicare en Estados Unidos, que actualmente cubren a cerca de 44 millones de adultos. Estos planes deben proporcionar casi todos


los medicamentos de seis clases determinadas de fármacos (como antidepresivos y medicamentos contra el cáncer) y al menos dos medicamentos, si están disponibles, en todas las demás


categorías de tratamiento. Estos requisitos pueden limitar la capacidad de los planes de la Parte D para negociar con las compañías farmacéuticas. Más importante aún, la influencia de los


planes individuales de la Parte D ni siquiera se aproxima a la que Medicare tendría si negociara con las compañías farmacéuticas en nombre de todos los beneficiarios. En contraste,


Australia, Japón y la mayoría de los países europeos tienen algún tipo de programa nacional de salud con juntas de revisión de medicamentos que negocian con los fabricantes. Analizan si un


nuevo medicamento es más eficaz que sus encarnaciones anteriores o es simplemente una versión ligeramente modificada. A menudo, son capaces de negociar descuentos significativos porque


pueden dejar de comprar si las compañías no cooperan. De esta manera, el medicamento Humira —que trata enfermedades autoinmunes como la psoriasis, la enfermedad de Crohn y la artritis


reumatoide (y es el fármaco más vendido en el mundo)— alcanzó los $3,431 mensuales en Estados Unidos en el 2015, pero solo cuesta $982 en Francia. El medicamento para el asma Advair tenía un


precio mensual de $310 aquí, mientras que en Alemania solo costaba $38. La lista sigue y sigue. LA SOLUCIÓN: Dar a Medicare la capacidad de negociar con los fabricantes es la mejor manera


de atacar los altos precios de los medicamentos. Algo que también ayudaría: permitir a los planes de la Parte D más flexibilidad para crear sus formularios (listas de medicamentos


cubiertos), arbitrar disputas entre fabricantes y aseguradoras, y usar el precio de un medicamento en otros países para ayudar a fijar su precio aquí. "Usar los precios de ellos como


base para determinar el valor aumenta la capacidad de negociación [de Medicare]", expresa Ameet Sarpatwari, subdirectora del Programa de Regulación, Tratamientos y Derecho del Brigham


and Women's Hospital de Boston. "Después de todo, los fabricantes siguen obteniendo beneficios de sus ventas en el extranjero".