Mireya pérez se desvive por el cuidado de sus padres
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Mireya Pérez del Rio desborda energía para enfrentar y cumplir la gran encomienda que desempeña desde el 2013: cuidar de su madre Carmen del Rio Jiménez, de 90 años, que padece de Alzheimer
y su padre Agustín Pérez Valentín, de 98. “Me siento realizada, como mujer, persona, abogada, y cuidadora. Y siento que aún me falta mucho por vivir, soñar y hacer a mis 60 años”. —Mireya
Pérez del Rio Antes de la pandemia, Mireya contaba con asistentes que la ayudaban en las tareas diarias del cuidado. Ahora, enfrenta sola el cuidado. “Nadie los cuidará mejor que yo. No
tengo el corazón para dejarlos en un hogar de ancianos. Quiero darles un entorno similar al que ellos conocen”, dice. Christopher Gregory-Rivera Mireya, de 60 años, nunca pensó en la
jubilación temprana durante una exitosa carrera de más de 30 años como abogada, pero la enfermedad de su madre la obligó a tomar duras decisiones. A pesar de tener un hermano y dos sobrinos,
pronto se dio cuenta de que el grueso de la atención de sus padres recaería en ella. Así que se jubiló para dedicarse a atender a sus progenitores, convencida de que hacerlo sería la
decisión correcta. Aún lo cree. Antes y después de la pandemia de la COVID-19, Mireya ha buscado ayuda y comparte su experiencia con otras familias. Se ha convertido en una activista a
tiempo parcial en la Asociación de Alzheimer de Puerto Rico. Christopher Gregory-Rivera Mireya está prácticamente sola en el cuidado de sus padres. Su único hermano murió de cáncer después
del paso devastador de los huracanes Irma y María por Puerto Rico en septiembre del 2017. Sus sobrinos viven en Estados Unidos, y ella no tiene hijos. Fotos de familia y amigos adornan una
pared en la casa de Mireya Pérez del Rio. A pesar de las dificultades diarias, Mireya se enfoca en lo positivo y desborda un optimismo que es vital para seguir adelante y ayudar a otros
cuidadores que enfrentan situaciones similares a la de ella. Christopher Gregory-Rivera Para hacerle frente a los gastos, se mudó con sus padres y alquila su propio departamento. Con lo que
obtiene de esta renta cubre las necesidades básicas y pagaba a dos asistentes. Sus ahorros se hicieron sal y agua ante la avalancha de gastos mes tras mes, que ascienden a casi cuatro mil
dólares por mes. “Yo gasté la liquidación [que le dieron tras la jubilación]. Lo único que pude hacer con ese dinero fue consolidar unas deudas. No tengo nada más. Es muy difícil ahorrar en
estas circunstancias”, explica. Mireya comparte que nunca recibió ayuda del Gobierno de Puerto Rico ni tampoco de la Agencia Federal para el Manejo de Emergencias (FEMA) a raíz de los
desastres naturales que han impactado la economía de la isla. Tanto los huracanes, como los terremotos a finales del 2019 y la actual pandemia de coronavirus solo han traído más estrés a la
vida emocional y financiera de Mireya. A Mireya le preocupa su propio futuro pues sabe que el Alzheimer que padece su madre no es una casualidad. En la familia materna de Mireya han
existido siete casos de Alzheimer. Sabe que hay una probabilidad alta de que ella misma desarrolle el mal, y no hay familia cercana que la cuide. “Yo que no tengo hijos, mis sobrinos están
fuera de la isla. ¿Qué voy a hacer?” Más que enfocarse en preguntas sin respuestas, asegura que prefiere estudiar y entender más la enfermedad y los síntomas previos que manifestaron otros
familiares. Tiene claro que, para cuidar de sus padres, necesita cuidarse ella también. Busca la ayuda que puede, se apoya en el respaldo emocional de sus amigos, hace ejercicios y se
mantiene positiva ante sus rutinas diarias llena de retos y complicaciones.