Las drusas en los ojos pueden ser un problema


Las drusas en los ojos pueden ser un problema

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No puedes verlas. No bloquean tu visión. Pero si tienes más de 60 años, es muy probable que tengas drusas, que en alemán significa rocas, depositadas en tu globo ocular. Aunque generalmente


son benignas, vale la pena prestarles atención a estas pequeñas manchas amarillas en la retina porque, en algunos casos, quizás conduzca a otra enfermedad que puede afectar mucho la vista:


la degeneración macular relacionada con la edad (DMRE), la principal causa de ceguera para las personas mayores de 65 años en el país. ¿QUÉ SON LAS DRUSAS? Como su nombre lo indica, las


drusas son desechos. Las células de la retina (como las de todo el cuerpo) crean desechos, que normalmente son eliminados por el sistema inmunitario. Cuando las células inmunitarias no


pueden seguir el ritmo, esos desechos pueden acumularse y crear estas manchas en la retina. "Yo las denomino manchas de la edad en los ojos", señala el Dr. Carl Awh, oftalmólogo y


presidente de la American Society of Retina Specialists (ASRS). “Son una de esas cosas que pueden aparecer con el tiempo, aunque tampoco es raro verlas en los ojos de personas más jóvenes.


Es probable que algunas personas sean genéticamente más susceptibles a desarrollarlas". Algunas drusas son normales y no son un signo de enfermedad, señala Awh. "La mayoría de las


personas no tienen drusas que sean lo suficientemente grandes, estén ampliamente diseminadas o se encuentren en un lugar del ojo al grado de presentar algún riesgo para la visión". Las


drusas se vuelven un problema solo cuando comienzan a crecer en tamaño o en número, o se desarrollan en un lugar problemático. Específicamente, si desarrollas demasiadas drusas, si crecen


demasiado o si se desarrollan debajo de la mácula (el punto focal central de la retina que procesa la visión nítida, clara y directamente al frente) corres el riesgo de desarrollar DMRE


seca. Este tipo de DMRE representa del 85 al 90% de la degeneración macular, a diferencia de la forma húmeda, que surge cuando los vasos sanguíneos crecen debajo de la retina y presentan


goteo.