Avances de la medicina en el 2024: salud cerebral
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Kay Williams se sintió "muy, muy extraña". Le dolía la cabeza; sus ojos se volvían pesados. Mientras ella se deslizaba fuera de su silla de oficina, un colega marcó rápidamente el
911. "Mi dolor de cabeza se volvió oscuridad", dice Williams, de 63 años. "Supongo que fue entonces cuando el aneurisma en mi cerebro estalló". Era mayo del 2018.
Williams era una mujer saludable de 56 años con tres hijos adultos y una exitosa carrera como vendedora de automóviles nuevos en Atlanta. De repente, estaba sufriendo el tipo de ataque
cerebral más letal: un derrame cerebral hemorrágico causado por un vaso sanguíneo que estalló. Sin tratamientos efectivos para esta emergencia que afecta a más de 100,000 personas en Estados
Unidos cada año, sus posibilidades de supervivencia rondaban el 60% y sus probabilidades de una vida de discapacidad eran tan altas como el 88%. Cuando un neurocirujano del Grady Memorial
Hospital en Atlanta le contó a la hija de Williams sobre un procedimiento experimental para drenar el coágulo de sangre del cerebro de su madre, ella dijo que sí. "No hay órgano más
sensible que el cerebro", dice el médico neurocirujano Gustavo Pradilla, jefe de Neurocirugía del Grady Health System, quien realizó el procedimiento. Después de un derrame cerebral
hemorrágico, cada minuto que pasa trae más daño. La sangre se acumula y aplasta el tejido delicado. "Los coágulos pueden ser del tamaño de una pelota de tenis, generando una tremenda
cantidad de presión en el cerebro", explica. El tratamiento generalmente implica medicamentos para reducir la presión arterial y corregir problemas de coagulación, pero esos métodos no
pueden eliminar el coágulo en sí. La cirugía cerebral convencional es un último recurso arriesgado, dice Pradilla.