Por una Conferencia Económica mundial


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LA TERCERA


Por una Conferencia Económica mundial«Una conferencia económica así, auspiciada por la ONU, sería el mejor escenario para criticarle a Trump su actitud proteccionista, con las objeciones y


medidas más pertinentes de una globalización razonable; algo así como un Bretton Woods II»La tercera de ABCNIETO Ramón Tamames


02/06/2025Actualizado 03/06/2025 a las 00:57h.Compartir Copiar enlace


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Suscribete Casi siempre se dice que la situación económica y política del planeta que nos ha tocado en suerte habitar está al borde de una crisis o ya dentro de ella. Y es verdad que las


ondas cíclicas del impulso del comercio internacional y de otros agregados varían, pudiendo ser objeto de toda clase de comentarios. Eso es lo que sucede actualmente, quizá en términos más


agudos que otras veces, por lo contundente de las tácticas del presidente Trump, en cuanto a los altos aranceles USA que quieren fijarse para proteger el mercado americano en favor de más


industria local. Y también para hacer caja con los nuevos impuestos aduaneros, y no tener que emitir tanta deuda exterior como últimamente se ha hecho. Con una depreciación importante del


dólar, la divisa más importante del mundo desde hace más de un siglo.


El déficit comercial estadounidense, en 2024, alcanzó a 1,2 billones de dólares, y por eso se explica que Trump diera un puñetazo en la mesa, diciendo algo así como que «basta ya con que


China y la Unión Europea (UE) se aprovechen de nuestro mercado para ponernos en una situación de país cada vez más desindustrializado». A esa situación tuvimos ocasión de referirnos en La


Tercera de ABC que se publicó el 18 de marzo de 2025, cuando ya se había planteado en Washington D. C. la política de aranceles disparados al alza. Una declaración explosiva que luego se ha


ido minorando, para hacer de ella más bien un amago, tras el cual entrar en negociaciones. Que a la postre podrán parecerse a las del pasado, con fuerte moderación de los ímpetus iniciales,


tan inesperados como destructores de comercio internacional por parte de EE.UU.


De ese modo, ya no se tratará a China con desdén y aranceles impracticables del 125 por 100. Y se retirarán sanciones a Rusia, a fin de activar un comercio muy limitado desde la antigua


URSS. O se negociará, ya se está haciendo, con la Unión Europea, en un proceso de recuperación de instituciones como la Organización Mundial de Comercio (OMC). Y en el resto del mundo,


también tendrá que normalizarse la política comercial norteamericana, si es que se quiere captar mayor intercambio con el mundo menos desarrollado, en el que ahora China y Rusia pretenden


prevalecer.


Estamos, pues, en una fase de negociación y el tan temido colapso del comercio internacional, vía recesión en EE.UU., lo más probable es que no se produzca. Y hasta podría haber una cierta


disminución del déficit estadounidense e incluso algún aumento de inversiones industriales para exportar más desde dentro del propio recinto arancelario de la Unión Norteamericana. Aunque,


desde luego, no en la medida planteada por Trump buscando ser él la panacea de todos los males de la economía. Reconfirmamos, pues, lo que dijimos en La Tercera de ABC del 18 de marzo: podrá


irse avanzando en la idea de que la hegemonía USA ya no lo es tanto, por lo que tiene que avenirse a negociar de manera distinta a como planteó con tanta contundencia Trump en su día de la


liberación, el pasado 2 de abril.


Naturalmente hay otros problemas cuya solución querrá liderar EE.UU. si quiere un difícil segundo siglo americano. Como son la paz en Ucrania, en Gaza, en el Líbano, en el Mar Rojo, la


consolidación de un régimen amigable en Siria y tantas otras cosas, sin olvidar las negociaciones con Irán. En ese sentido, EE.UU. quiere ser pacificador de conflictos. Lo que explica el


trato especial que desde la Casa Blanca se está dando a los países petroleros, cuya producción podrá mantenerse minorando las visiones descarbonizadoras del Convenio de París de 2015. Del


que Washington D. C. volvió a marcharse casi el mismo día 20 de enero de este año, el momento mismo en que Trump llegó a la presidencia, por segunda vez. Lo que desde luego parece claro es


que todo eso no puede hacerlo EE.UU. por sí solo. Y en ese sentido, se echa en falta una conferencia económica mundial de las Naciones Unidas, para ir poniendo las cosas en su sitio en el


comienzo de lo que parece será una nueva era. Conferencia que debería tener mejores resultados que la celebrada en Londres en 1933, cuando el proteccionismo de la Gran Depresión marcó una


evolución económica depresiva que condujo a la Segunda Guerra Mundial en 1939.


Aquella conferencia duró algo más de 40 días y a ella asistieron por España nuestro célebre economista de entonces Antonio Flores de Lemus, junto con el ministro de Gobierno de la República


Nicolau d'Olwer. Y en el escenario londinense se presentó EE.UU. tras haber disparado su tarifa Smoot–Hawley en la senda del más fuerte proteccionismo. En tanto que por su parte el Reino


Unido formó en Ottawa el club arancelario de los países del imperio británico, una zona preferencial aduanera que abarcó el 25 por 100 de la población mundial. En tanto que en el caso de


Francia, surgieron los contingentes y los acuerdos comerciales bilaterales, lo mismo que se hizo en paralelo desde España, con eso y las licencias de importación. Ocasión en que ya


funcionaba (sólo desde 1930) el cuerpo de Técnicos Comerciales del Estado, que tanto contribuyó después a la economía española. En Londres en 1933, adicionalmente, Alemania e Italia,


entonces bajo la férula de Hitler y Mussolini, exhibieron las virtudes de los regímenes fascistas y nazi con su sistema de autarquía. Desentendiéndose del abandono del librecambio en contra


del comercio internacional y el pleno empleo como preconizó John M. Keynes. Y algo parecido sucedió con Japón, que se veía acosado por las sanciones de EE.UU. por su invasión de China. ¿Y


qué sucedió con la Unión Soviética? Que estuvo también en aquella conferencia de la Sociedad de Naciones, anunciando el fin del capitalismo, que parece más bien de larga vida. El resultado


final fue que la conferencia mundial no resolvió nada y se reforzaron los criterios proteccionistas, llegándose a la Segunda Guerra Mundial (1939) que arrasó tanta riqueza y tantas vidas


humanas.


Ahora, en 2025-2026, una conferencia económica así, auspiciada por las Naciones Unidas, sería el mejor escenario para criticarle a Trump (¡casi todo el mundo contra él!) su actitud


proteccionista, con las objeciones y medidas más pertinentes de una globalización razonable; con algo así como un Bretton Woods II, a fin de poner a punto el FMI y mejorar las finanzas


globales, mejorando el Banco Mundial y otras instituciones. Significándole a Washington D. C. que EE.UU. ha de dejar de ser el 'hegemon USA' y ser uno de los grandes en la OMC, con el


respeto de las normas establecidas o a fijar 'ex novo'. En otras palabras, los reajustes que están introduciéndose a la pretendida política de Trump serán también los propios de una vuelta


al realismo, aunque con no poco esfuerzo. Naturalmente, facsímil de este artículo se enviará al señor Guterres, secretario general de la ONU, para que vaya preparando la convocatoria de la


Conferencia Mundial de Economía 2026.


SOBRE EL AUTORRamón Tamames es economista


Más temas:ComercioURSSSegunda Guerra MundialLondresRusiaEspañaReino UnidoEstados UnidosChinaAlemaniaDonald TrumpFondo Monetario Internacional (FMI)Unión EuropeaONULa Tercera de ABC Ver


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