Una manija para enhebrar sueños


Una manija para enhebrar sueños

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¿Puede que alguien se fascine por la manija de una puerta? Si vive en la Italia de los castillos medievales o en Francia de los palacios renacentistas, sí. ¿Pero en plena y vertiginosa


Capital de Buenos Aires? En el Salón La Argentina, verdadero monumento _Art Nouveau _en Congreso, lo primero que impresiona es la impresionante fachada blanca, que cumple los requisitos del


estilo -desde formas orgánicas hasta sensualidad-. Pero impresionan más las manijas de las puertas. Es que uno intuye que representan damas que sueñan o sueñan con soñar o son la estela de


algún sueño. Puerta. De La Argentina, con las manijas soñadas. / David Fernández MIRÁ EL VIDEO BUENOS AIRES, CAPITAL LATINOAMERICANA DEL ART NOUVEAU / GENTILEZA AANBA El arquitecto Juan


Manzini fue el autor de esa belleza en 1901. Nació como sede de la Sociedad Filantrópica Argentina. Pero enfrente de ahí, de Rodríguez Peña 361, había una milonga heroica de la Guardia


Vieja, justo donde hoy está el teatro El Vitral. Allí, Vicente Greco (1886-1924), compositor, director de orquesta y bandeononista, creó presumiblemente el tango _Rodríguez Peña_. La obra


fue concebida como instrumental y más tarde recibió unas cuantas letras, algunas muy arrabaleras y otras como ésta: _Te espero en Rodríguez Peña/ pero no sé si vendrás/ porque presiento,


mimosa/ que tu boca mentirosa/ me ha mentido más y más_. Como suele suceder en la historia, la historia de ambos salones terminó integrándolos en un bailongo de primera, cruzando la calle,


en el Salón La Argentina, donde brillaron D’ Arienzo, Pugliese y, hay quien jura, Gardel. El lugar es una de esas joyas perdidas en medio del caos. Ahí resplandece, como adormecida, la


manija que parece enhebrar sueños POSIBLE RECORRIDO: 1) TANGO Y ART NOUVEAU. Las mismas líneas elegantes que muestra la arquitectura del Salón La Argentina, hoy llamado Palacio de Eventos,


distinguían al lugar en sus años tangueros. Las fotos de época muestran a damas de punta en blanco junto a atildados caballeros que miran la cámara con debida pose. Eran los que danzaban,


nada arrabaleramente, sobre pisos de roble de Eslovenia. La tradición sostiene que no el lugar no era para compadritos. El Salón, famoso por su acústica, solía alquilarse para que se


hicieran conciertos de música de cámara. Allí supo dar clases de tango el maestro Juan Carlos Copes. Y también se realizaron actos políticos. En Rodríguez Peña 361. Bienvenida. Al Salón La


Argentina, un monumento Art Nouveau. / David Fernández Salón. El mejor conservado del Salón La Argentina, es sede de eventos./ David Fernández 2) "AGUILUCHOS" MODERNISTAS. Este


edificio fue construido en 1900 por los franceses Vicente Colmegna y Emilio Hugé para una compañía de seguros. Sus rasgos principales son neoclásicos. Pero la gracia de la coronita de la


entrada, elegante y desacartonada, es modernista. En 1927, en la planta baja, abrió la confitería y restorán L’Aiglon, que significa aguilucho en francés. Pasaron políticos que iban o venían


del Congreso. Artistas. Y en 2011 cerró. Hoy funciona una cadena de cafés norteamericana. Mire a los costados antes de entrar: dos aguiluchos dorados siguen dando la bienvenida. En Callao


98. Entrada. A la ex sede de L’Aiglon, en Callao casi Mitre. / David Fernández 3) MIX DE ESTILOS I. La imponente cúpula del Hotel Savoy fue mucho más imponente en la Buenos Aires de casas


bajas de 1908, año de su inauguración. Su diseñador, el arquitecto italiano Gerónimo Agostini, arriesgó un cocKtail de estilos: a la fachada academicista francesa, le sumó toques de _Art


Nouveau _en algunos salones y detalles de otros estilos en otros. Este clásico de Buenos Aires, restaurado en 2010, supo albergar a Albert Einstein, Lisandro de la Torre, Arturo Illia y Eva


Duarte, entre otros. En Callao 181. Savoy. Con otras de las bellas cúpulas de Callao, fue mucho más imponente en la Buenos Aires de casas bajas de 1908, año de su inauguración. / David


Fernández 3) Sobre todo, francés. Este edificio diseñado por el arquitecto Héctor Bengolea Cárdenas 4) MIX III.  La influencia del academicismo francés se ve también en este edificio de


viviendas ubicado en Callao 295. Se lo llamó Tavazza por su autor, el arquitecto milanés Manuel Tavazza, quien arribó a Buenos Aires en 1911, a los 25 años. Pero el estilo no es puro. La


ornamentación resulta de lo más ecléctica, aunque con claros rasgos italianos. Igual, con una importante cúpula, la construcción se destaca por su armonía entre los muchos edificios de looks


similares que aparecen a lo largo de Callao. Alta en el cielo. La cúpula del edificio que diseñó el milanés Tavazza en Callao 295. La influencia italiana se le arrima a la francesa. / David


Fernández 5) "EL TROPEZÓN". Abrió en la esquina de Callao y Bartolomé Mitre allá por 1896 como almacén, propiedad de dos inmigrantes gallegos . Al prosperar y convertirse en


comedor, se mudó a Cangallo 1819. Pero la fatalidad de un derrumbe, hizo que se reinagurara en 1926 en Callao 248, donde funciona hoy. Nada pretencioso entonces, el lugar se hizo famoso por


su puchero y hasta mereció un tango. Lo frecuentaron desde Gardel y Leguisamo hasta Lola Membrives, Discépolo y Troilo. También, Hipólito Yrigoyen, Balbín y Vacarezza.  El sabor de la


tradición. El Tropezón, con su puchero de legenda, en Callao 248. / Alfredo Martínez