El último toro de osborne de julio | ideal


El último toro de osborne de julio | ideal

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Julio Álamo, un madrileño de 52 palos y consultor informático de profesión, se encuentra a 10.000 kilómetros de completar un reto que inició hace ... siete años y que consiste en recorrer en


moto los 95 lugares del mundo donde hay plantado un toro de Osborne. Japón es su meta final y hacia allí se dirige para lidiar con el único toro de Osborne que existe en Asia, en un


pueblecito al norte de Japón llamado Matsunoyama Onsen, el único que le falta para completar esta singular vuelta al ruedo mundial que está narrando con todo lujo de detalles en su blog de


viajes. Julio ya ha visitado los 89 toros que hay repartidos por España, los cuatro erigidos en México, otro que hay en la capital de Dinamarca y sólo le queda alcanzar el japonés. El motero


partió hace un mes desde El Puerto de Santa María (Cádiz), cuna de las Bodegas Osborne, para disponerse a cruzar 13 países de Europa y Asia y llegar al país del sol naciente en unos 45


días. En total unos 16.000 kilómetros, que se van a alargar a los 20.000 por los rodeos que le están obligando a dar por el cierre de algunos pasos fronterizos en Asia Central, por donde


anda estos días. Tras haber pasado por Italia, Grecia, Turquía, Georgia, Armenia y Rusia, logramos hablar con él por teléfono mientras llena el depósito de su Triumph Tiger 1200 Rally


Explorer en una gasolinera (40 céntimos el litro) en mitad de la estepa de Kazajistán, a unos 300 kilómetros del Mar de Aral. Álamo cuenta que inició su particular Ruta 66 del Toro de


Osborne hace ocho años por pura casualidad. Se acababa de divorciar, necesitaba ilusionarse con algún propósito y buscó refugio en la moto. «Te pones el casco, arrancas y simplemente ver el


paisaje te ayuda a soltar presión. La moto es como un psicólogo, es una maravilla», dice. En una de aquellas escapadas por España paró en Medinaceli para descansar y divisó a lo lejos la


icónica figura del toro de lidia. «Me acerqué a hacerme una foto y proseguí el viaje, pero a la vuelta cada vez que veía una de esas siluetas negras me acercaba a verla. Empecé a buscar


información y al comprobar que había casi 90 toros en España se me ocurrió recorrerlos y desarrollar una página web». El proyecto se llama ToroEnMoto y desde 2017 Álamo ha documentado su


paso por todos los toros localizados dentro y fuera de España, excepto el de Japón, el último objetivo de la ruta y con el que se propone poner el broche de oro a esta aventura. En 2021


completó los cuatro de México y en 2024 hizo el de Dinamarca, erigido en un barrio de Copenhague. «En aquel viaje ya aproveché para subir a Cabo Norte», rememora. Con el de Japón, con una


base construida a prueba de terremotos y que formó parte de una feria de arte contemporáneo y se quedó para sioempre, se convertirá en la primera persona en alcanzar los Toros de Osborne en


cuatro países y tres continentes diferentes. «Cada toro es una historia, un paisaje y una emoción distinta. Lo que empezó como una curiosidad se ha convertido en una ilusión y una forma de


conectar con la cultura y con uno mismo», señala. ToroEnMoto trasciende del reto personal ya que se trata de un proyecto participativo en el que Julio invita a viajeros y moteros de todo el


mundo a descubrir y documentar estas figuras icónicas. Ya hay unos 300 apuntados y más de 1.500 fotos subidas. CAMINO DE VLADIVOSTOK Julio compagina sus recorridos con su trabajo como


consultor informático. Los toros nacionales los ha recorrido en fines de semana y los de México y Dinamarca, en vacaciones. Para este último se ha pedido una excedencia de 5 meses. «Es un


viaje muy complicado a nivel logístico. De hecho a día de hoy, creo que tardaré un mes más en llegar a Japón. Ahora mismo me dirijo a Vladivostok, en el extremo sureste de Rusia, y aún no


tengo claro cómo voy a embarcar la moto a Japón«. Para completar el viaje tiene un presupuesto de 12.000 euros y si le sobrara algo, cosa que duda, le gustaría «dar un salto» océanico de


8.000 kilómetros desde Japón a Canadá, y completar la vuelta al mundo . «Ya que estamos en la mitad, pues casi da igual volver a España por un lado que por el otro», dice soltando una


risotada. Cuenta que intenta ahorrar en gastos de comida y alojamiento. «Ahí es donde más intento afinar». Su equipaje (ropa, comida, un hornillo de gas para cocinar, repuestos y


herramientas de la moto, un compresor, un arrancador de baterías, el ordenador portátil y un dron con una cámara) incluye un saco de dormir y una tienda de campaña, que de momento solo ha


usado en Turquía por los «altos» precios de los alojamientos. «En Italia me han acogido en sus casas otros motoristas. Y en Georgia y Kazajistán ha encontrado hoteles bastante económicos.


Esta noche he dormido en un hotel limpio, muy sencillo y muy soviético por solo 15 euros. Esta es la parte más barata del viaje. Cuando salte a Japón, subirán los costes, por eso ahorro todo


lo que puedo para lo que venga después«, explica. Pese a la dureza del viaje y de que acaba cada jornada cansado y «hasta arriba de polvo», está disfrutando de la experiencia y de la mezcla


de culturas con que se va topando. «Se nota mucho la diferencia de países, aquí en Kazajistán la gente es más amable, la sonrisa la tienen por delante y en cambio en Rusia no te sonríen»,


decribe. «Pero lo más bonito», añade rápidamente, «es la gente que te encuentras». En el camino ha conocido a otro español que viaja en una Vespino a Samarcanda, la legendaria ciudad de


Uzbekistán que forma parte de la antigua Ruta de la Seda. «También he conocido a un chaval que va en bicicleta desde Valencia a Vietnam para recoger fondos contra el cáncer. Hay mucha gente


con sus propias historias. Y entre todos se teje una red de solidaridad para echarnos una mano, porque al final estamos lejos de casa y solos«. Cuando acabe este reto, Julio ya habrá


completado la ruta mundial del Toro de Osborne. Que no se les ocurra a los de Osborne montar una de sus figuras en Nueva Zelanda. Porque igual a Julio se le encienden las ganas de proseguir


hasta los confines del mundo. «Sería una buena excusa, pero yo creo que con Japón termino esta aventura». En Matsunoyama Onsen ya le tienen preparada una ceremonia de bienvenida. «Ese punto


final va a ser maravilloso. Mejor dejarlo ahí».