Obispo reig pla, te voy a contar una historia | la verdad
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He visto en varias ocasiones el vídeo donde decías que la discapacidad es herencia del pecado y del desorden de la naturaleza, y te tengo ... que decir que me cuesta escribirlo y me cuesta
pensar que alguien pueda pensar esto, y me cuesta que un creyente en el Dios de Jesús y pastor lo pueda pensar. Recuerdo que fuiste obispo en nuestra Diócesis y también recuerdo que escribí
un artículo en tu defensa cuando te enfrentaste con José Luis Mendoza, que, por cierto, te costó dejar nuestra Diócesis. Cuando saltó a los medios de comunicación y a las redes sociales,
llamé a algunas personas que trabajan con estas personas y algún padre y madre y les pedí perdón y les dije que la Iglesia no piensa así, y la verdad es que estaban muy dolidos porque se
estigmatiza a estas personas, porque se estigmatiza a sus hijos e hijas que tanto quieren en una sociedad en la que cuesta hacer realidad cotidianamente la inclusividad. Hay un lema que me
encanta y es el que dice que lo normal es que seamos diferentes. Hay que decirte que estas personas son fruto del amor de sus padres y madres y que son muy queridos por Dios. ¿De qué
herencia del pecado te refieres? ¿De qué desorden de la naturaleza? ¿Eres consciente del daño que has hecho y que te has hecho? ¡Por Dios, no son fruto de ningún pecado! Me alegra que te
hayas disculpado y hayas llamado por teléfono a la gerente de Plena Inclusión. Eso es muy noble y entra en los procesos de perdón y reconciliación. Gracias. Pero no te líes con lo del pecado
original; cuando nos equivocamos es necesaria la conversión, que sé que cuesta mucho. A mí me pasa también lo mismo; somos soberbios y orgullosos. Decirte que estas personas son
maravillosas y aprendemos mucho de ellas y nos humanizan y nos sacan una sonrisa incluso en nuestra tristeza. Veo a esos padres y madres cómo se organizan con todo el amor del mundo para
ofrecerles lo mejor, para que sus hijos e hijas tengan su lugar en la sociedad. Son padres y madres que manifiestan sus miedos de pensar que cuando ellos falten qué pasará, pero también
muestran su esperanza de saber que sus hermanos y hermanas estarán cercanos y los atenderán y que han construidos proyectos que se han convertido en sus hogares. Son padres y madres que
luchan contra toda discriminación, contra todo rechazo, incluso contra la burla de los iguales. Decirte que estas personas son muy agradecidas, cualquier cosa que hagas te lo agradecen y
nunca te olvidan, aunque pase el tiempo. Tienen un cariño especial, un amor y una amistad que ya quisiera que la tuvieran los gobernantes; el mundo sería más humano. Tienen problemas,
carencias y dificultades, pero que alguien diga quién no tiene problemas, carencias y dificultades. Si tenemos algún problema, se dan cuenta enseguida y te preguntan cada día hasta que nos
alegran la vida y nos ayudan a recuperar la sonrisa. Me dirás que no son perfectos y, en efecto, no son perfectos como ni tú ni yo somos perfectos. Te voy a contar, a modo de ejemplo, la
historia de una persona trabajadora de uno de los centros donde asisto como capellán. Esa persona trabajadora tuvo una enfermedad que le hizo estar de baja durante meses y, cuando se
incorporó, vio a un grupo de estas personas en la entrada y le preguntó que hacían y la respuesta fue que la estaban esperando y se lanzaron a abrazarla. ¿Quién hace eso?