Las Naves te invita a una fiesta de cumpleaños | Valencia Plaza
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VALÈNCIA. Desde que el servicio de recordatorio de cumpleaños de Facebook llegó a las relaciones de amistad virtual, sus usuarios conviven con un empacho de parabienes en el día de su
aniversario. Tanto es así, que más de uno, de dos y de tres, felicita ahora subrayando que ya era consciente de la onomástica antes del chivatazo de la red social. Que su agasajo es old
school. Que su afecto es más sincero.
Sin embargo, la pila de buenos deseos no garantiza un pleno en las fiestas. Sobre todo, si el cumpleañero nació en Navidad, en días festivos, o en los meses de julio o agosto. Desafortunados
los paridos en verano, porque escasos serán los que les cantarán al soplar las velas.
De eso y también del ombliguismo magnificado por las redes sociales, de los héroes cotidianos y de la necesidad de ser queridos, habla la obra de teatro Ningú no va als aniversaris a
l’estiu, programada el 15 de julio en Las Naves.
“Son fechas en que la gente pasa desapercibida, no se les aprecia tanto como a los que, por ejemplo, cumplen años en marzo. En la propuesta hablamos de los invisibles. Son aquellos que hacen
las cosas porque no puede dejar de hacerlas y no para demostrar que las hacen”, detalla, en una explicación cercana al trabalenguas, la guionista, directora y protagonista de la pieza,
Lluki Portas.
La propuesta no establece conclusiones, sino que desencadena interrogantes. ¿Por qué celebramos una fiesta, porque es lo que toca o porque nos apetece? ¿A qué viene ese erre que erre con
perdurar? “Por un lado está el deseo de que te quieran, de que tus amigos asistan a tu fiesta de cumpleaños, de querer compartir los buenos momentos, de ser visible, pero a la vez está el
deseo de ser tú mismo, sin perder la esencia, cuando a menudo, en las redes sociales, se peca de impostura”, ahonda la directora mallorquina.
Las contradicciones se suceden. Y más teniendo en cuenta el oficio de quiénes las plantean. “Los actores nos dedicamos a ser quienes no somos, nos mostramos, queremos ser vistos, trascender,
así que es una paradoja que estemos criticando esa obsesión por la permanencia”, plantea Portas.
El proyecto surgió como trabajo final del Máster de Creación en Artes de Calle de FiraTàrrega. La idea era hacer un espectáculo pensado para espacios abiertos. Y si bien se ha representado
en el interior del Teatro Principal de Palma de Mallorca, en su visita a Valencia forma parte de una nueva edición veraniega de #OutOfTheBox, que consta de cuatro propuestas escénicas para
los sábados de julio en uno de los patios del espacio de innovación cultural de la calle Joan Verdeguer.
La joven dramaturga ha hecho trampa. Ella nació en febrero, pero recibirá a los espectadores del montaje con una fiesta de cumpleaños con guirnaldas, nevera con refrescos, globos, piñata,
panchitos y tarta.
“Es la típica fiesta de los noventa, con los pasos y rituales que seguíamos nosotros cuando éramos pequeños. El público viene a vivir una experiencia y un aniversario”, adelanta la actriz.
Hay presencia de vídeo, tanto para conducir al público, como a modo de herramienta de movimiento escénico y como elemento exterior que afecta a los personajes. No obstante, no es una obra en
la que el público se siente y asista a escenas de forma pasiva. La pieza es participativa. De hecho, cuanto más asistentes, más concurrida estará la celebración. “De lo contrario, nos
quedaremos con la mesa llena de sándwiches y ganchitos, porque es una fiesta de verdad”, aclara Portas, a quien acompaña durante el montaje el actor Diego Ingold.
La dramaturgia funciona como un collage de anécdotas que remiten a la permanencia, una pulsión que se ha exacerbado con la aparición de las herramientas sociales.
“Es extraño. Si alguien no tiene cuenta en Facebook o Instagram, no existe. Hay personas que parece que hacen muchas cosas porque las cuelgan y gente que no cuelga nada pero hace muchos
cosas”, contrasta.
La obra hace referencia en varias ocasiones a la plataforma de Mark Zuckerberg y termina derivando hacia la gestión de la muerte en esta red. En opinión de la autora dramática, voluntaria o
involuntariamente, Facebook se ha convertido en un almacén de epitafios. Así se explica en uno de los monólogos de Ingold, basado en una experiencia propia ligada a la muerte de un tío. Al
principio, el actor consideró que los gestores de la herramienta social no habían pensado en la muerte, pero al ver cómo se acumulaban notas, fotos y eventos en el muro de su familiar
fallecido, determinó que su cuenta se había transformado en una pizarra en tributo de la persona ausente.
“Lo más permanente en este mundo es la muerte, así que si hablamos de la permanencia, no podíamos obviarla –considera la dramaturga-. Cuando te acabas, no dejas nada, pero a la vez, mientras
estamos en este mundo, hacemos cosas para que al morir, nuestro recuerdo esté vivo”.
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