Un monstruo de mil cabezas pelicula de rodrigo plá
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En teoría, la historia está muy bien. Sonia llega al grado de pedirle a su hijo Darío (Sebastián Aguirre Boëda) que la acompañe y con pistola en mano persigue a los directivos de la compañía
que tendrían que firmar autorización del costoso tratamiento. El problema con la película es que las circunstancias en las que esto se narra son totalmente implausibles. La muy entendible
desesperación de Sonia cuando se enfrenta una y otra vez a la negativa sin explicaciones de lo que por derecho les corresponde, se va intensificando sin que su actuación refleje el
desquiciamiento mental que correspondería a eso. Sonia sigue siendo amable, afable, ecuánime, cuando las acciones que realiza son cada vez más desquiciadas. Además, nada en la forma como
lleva a cabo su plan haría pensar a una persona con un mínimo de inteligencia que conseguirá algo. Aun si amenazados de muerte los directivos firmaren el papel que les lleva Sonia, en el
tiempo en el que llevaría tramitarlo se revelarían sus métodos y seria además enjuiciada. Por otra parte, los movimientos de cámara y el estilo no corresponden ni contribuyen a crear una
atmósfera de verdadero suspenso. La forma no está a tono con la trama. _Un monstruo de mil cabezas,_ el cuarto largometraje de Rodrigo Plá, un uruguayo afincado en México, intenta ser una
denuncia a la completa deshumanización y corrupción de un sistema médico en manos de capital privado cuyo único interés es hacer dinero. Es interesante comparar _Un monstruo de mil cabezas_
con aquello de lo que se queja Ken Loach en su filme _I, Daniel Blake_ (ganador del Palmarés en la pasada edición del festival de Cannes). Lo que en Inglaterra es un servicio gratuito que
conlleva inevitables complicaciones burocráticas, en México (como en prácticamente el resto del planeta), el seguro médico es un negocio y solo el que puede pagar tiene derecho a recibir
atención. Aun así, el trato y los beneficios que ofrece están muy por debajo de lo que cobran. Al lado de la absoluta prepotencia y corrupción que vemos en _Un monstruo de mil cabezas, _lo
que ¨denuncia” _I, Daniel Blake_ parece un juego de niños. Es muy loable lo que _Un monstruo de mil cabezas_ pretende hacer, pero su desarrollo deja mucho que desear y hay momentos en los
que más que indignación, despierta incredulidad.